martes, 22 de junio de 2010

AL TRÁNSFUGA DILE NO

Tránsfuga, según el diccionario de la Real Academia, es el nombre que se da a quien pasa de una ideología colectiva a otra. Una definición bastante simple que no encierra toda la carga semántica que un elector burlado o un partido traicionado quisiera expresar. El común de los medios de comunicación califica con este adjetivo- que también es sustantivo- a quien traiciona a sus compañeros de lista o grupos que los presentó en las elecciones o que habiendo sido expulsados de sus agrupaciones o partidos pactan con otras fuerzas políticas.

La otra definición de la Academia indica que tránsfuga es aquél que cambia de bando en tiempo de conflicto o crisis, y ésta es la que se ajusta perfectamente a la situación política en el Perú. La crisis de los partidos ha llevado a las agrupaciones políticas a ser verdaderos cascarones que sólo sirven para cobijar a cientos de aventureros que logran tener la suerte de ocupar un cargo por algunos años, con el fin de alcanzar el poder y hacer fortuna. Terminado su período, inmediatamente buscan otra tienda en donde seguir medrando.

El transfuguismo tiene lugar por motivos ilegales, inconfesables y socialmente inaceptables más que ideológicos. Incluso, al igual que en el ámbito militar, el transfuguismo es considerado como sinónimo de traidor.

Si bien la práctica del transfuguismo se remonta a muchos años atrás, la experiencia que más recordamos últimamente es la del segundo gobierno de Alberto Fujimori, que mediante este ilegal “sistema” logró cambiar ilícitamente la conformación de las fuerzas políticas en el Parlamento ya que sólo había obtenido el 42.16% de las curules, logrando subir a un 58% con la compra de congresistas, para controlar ese poder del Estado. El autor material e intelectual (mediante pagos de sobornos de gran cantidad de dinero) del transfuguismo, que promovió y encubrió diversos delitos y corrupciones, fue el ex jefe, en la sombra, del Servicio de Inteligencia Nacional, Vladimiro Montesino. Esta práctica ilegal e inmoral, salió a la luz mediante la difusión del tristemente famoso video Kouri – Montesinos, el 15 de setiembre del año 2000, lo que produjo la fuga de Fujimori al Japón.

El transfuguismo no sólo es el cambio de un partido o movimiento a otro, sino una conducta que afecta directamente la sostenibilidad de la democracia representativa, sobre todo en países como el Perú.
Aunque en el ámbito político, el transfuguismo suele ser más frecuente entre los legisladores, vemos que ésta mala costumbre ha cobrado más fuerza entre los candidatos a las alcaldías y gobiernos regionales.

Cuando se acercan los comicios para que los vecinos y los pueblos del interior del país elijan a sus autoridades locales y regionales, se hace más evidente la falta de compromiso de los postulantes a un cargo público. Ya muchos se han cambiado de agrupación para tentar la reelección con camiseta nueva. Atrás quedó el pudor, la vergüenza y las ideas. Poco importa el elector y la ciudad: lo único cierto es que se acaban los cuatro años de privilegios y hay que mantenerlos como sea.

Es en estos momentos, cuando los electores debemos recordar bien, a la hora de elegir, el significado de esta palabra: TRÁNSFUGA = traición, ilegal, inmoral y socialmente inaceptable.

No olvidemos la sentencia “cada pueblo tiene los gobernantes que se merece”. No podemos seguir premiando con nuestro voto a los inmorales y corruptos.